El artículo del Papa:
La encíclica según Benedicto
----republicamos el artículo del Papa--
Nunca antes un Papa había utilizado una revista para publicar un artículo escrito de su puño y letra. Benedicto XVI rompió ayer esta bimilenaria tradición.Por sorpresa, publicó “unas pocas palabras para facilitar la comprensión de la encíclica” en “Familia cristiana”, revista italiana dirigida a un público popular.
“Al principio, la encíclica puede parecer difícil y teórica”, reconoce. “Pero cuando se avanza en su lectura, resulta evidente que sólo he querido responder a un par de preguntas sobre la vida cristiana”.
Benedicto XVI, profesor, teólogo y ahora periodista, resume “Deus caritas est” a través de autopreguntas y respuestas. No excluye la pregunta más provocativa de la encíclica: “¿La Iglesia amarga la alegría del eros con sus mandamientos y prohibiciones?”.
“En la encíclica intento demostrar que la promesa más profunda del eros sólo madura cuando no intentamos agarrarnos a la felicidad repentina”, responde. “Si con paciencia se intenta descubrir profundamente al otro, en la totalidad de su cuerpo y su alma, al final, su felicidad se convierte en la propia”.
“En esta liberación del yo, el hombre se encuentra a sí mismo y se llena de alegría”, concluye.
El Papa es aún más explícito. Este proceso “paciente” del que habla no es otra cosa que la “educación para la castidad”: “aprender el amor con la paciencia del crecimiento y la maduración”.
“El amor no es sólo un sentimiento, también abarca la inteligencia y la voluntad”, explica. “El amor no llega ya definitivo y completo, va creciendo. Lo aprendemos poco a poco, de modo que abraza progresivamente nuestras fuerzas y nos lleva a una vida recta”.
“En la segunda parte se habla de la caridad, servicio de amor de la Iglesia”, escribe. Curiosamente, cuando el Papa se refiere a la segunda parte de la encíclica utiliza un lenguaje impersonal. Un reconocimiento implícito de que esta parte no es directamente obra suya.
“¿No es mejor que la Iglesia deje este servicio de la caridad a organizaciones filantrópicas?”, continúa preguntándose. “La respuesta es que no. Si no fuera así, anunciaría el Dios del amor de un modo incompleto e insuficiente”.
Como en la encíclica, el Papa recuerda que “el fin de la política es la justicia, como también lo es la paz, que no puede existir sin justicia”. “Por naturaleza, la Iglesia no hace política en primera persona, respeta el ordenamiento y la autonomía del Estado”, recuerda Benedicto.La justicia, según el Papa, “es tarea de la razón común. Pero a menudo la razón se nubla por los intereses en juego o la voluntad de poder. La fe sirve para purificar la razón y que pueda ver y decidir correctamente”.
Por tanto, la labor de la Iglesia, insiste Benedicto XVI, se debe ceñir a “curar la razón y reforzar la voluntad de bien”. Corresponde, no a la Iglesia sino “a los cristianos empeñados en tareas públicas la labor política de abrir nuevos caminos de justicia”.
Al final, Benedicto XVI reconoce que le interesa especialmente subrayar que la justicia no es suficiente. “Sólo el amor da un alma a la justicia, el hombre siempre necesitará amor”, explica.
Pero en el artículo se hace y responde otras preguntas: “¿Se puede amar a Dios?, ¿se puede imponer el amor?, ¿no es un sentimiento que o se tiene o no se tiene?”.
“Claro que sí se le puede querer”, se responde a sí mismo: “Dios no se ha quedado lejos. Viene a nuestro encuentro con los sacramentos, la fe de la Iglesia, poniendo en nuestro camino personas que trasmiten su luz o con los signos de la creación”.
“Dios se dirige con su palabra a nuestra inteligencia, voluntad y sentimientos, de modo que podamos aprender a amarlo”, continúa.
