Pánico entre los zapateros italianos por el desembarco del calzado chino en Europa
Desde Roma...
Desde el 1 de enero Europa ha abierto sus puertas de par en par a la importación del calzado de piel de la China. Los empresarios italianos del sector se han declarado “aterrorizados” y vaticinan la muerte del sector del calzado italiano por la invasión de zapatos chinos.
El sector se está movilizando y las asociaciones de fabricantes han emprendido una agresiva campaña de anuncios en la prensa italiana en el que se aseguran estar expuestos a un “cataclismo”.
Vaticinan un panorama dantesco: “muchas empresas cerrarán por competencia desleal, muchas personas perderán su puesto de trabajo, se frenará el PIB italiano, habrá menos dinero para inversiones y consumo”.
Según Rossano Soldini, presidente de la asociación italiana de fabricantes de zapatos, “sólo en el año 2004 China ha exportado a Italia 140 millones de pares de zapatos, frente a los 140 mil pares vendidos por empresas italianas en China”.
Como solución, los fabricantes aseguran haber pedido a la Unión Europea la aplicación de los instrumentos de salvaguardia provisionales previstos por la Unión Europea, como por ejemplo en forma de tasas aduaneras.
Al público general han solicitado la atención a las etiquetas del “made in Italy” y la defensa frente a las falsificaciones.
Por si fuera poco, la situación del sector del calzado en Italia no pasa por su mejor momento. Soldini recordaba cómo “en los primeros diez meses del año se han perdido 8.000 puestos de trabajo”.
La producción de calzado en piel constituye el 75% de la industria del calzado en Italia. Con las nuevas reglas de mercado, no puede decirse que les espere un futuro mucho mejor.
Los “zapateros” italianos suponen que con la nueva norma el mercado se verá saturado de calzado procedente de China (“decenas de millones de pares de zapatos sin etiqueta de origen”) a bajísimo precio por lo que califican de “concurrencia asimétrica”.
En su comunicado, los empresarios italianos acusan a China de triple dumping: sobre el valor de la moneda, social y ambiental.
Aseguran que “la moneda china está ligada artificialmente al dólar y devaluada más del 30% respecto a hace dos años”.
Recuerdan que la mano de obra en China es mucho más barata que la italiana y que son inexistentes las normas de protección al ecosistema.
No contentos con apuntar el dedo contra China, se lamentan de “la burocracia de Bruselas, donde podrían tomarse decisiones en defensa de la producción europea, pero los entes competentes no parecen interesados”.
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