La nueva cara de Pío XII
Desde Roma...
John Cornwell se retracta de su polémica biografía “El Papa de Hitler” y un estudio revela que en Eslovaquia salvó a 35 mil judíos
Poco a poco se van calmando las aguas en torno a la figura de Pío XII. Y no es fruto de la casualidad.
Este año la editorial oficial del Vaticano ha publicado dos estudios sobre el papel de la Santa Sede durante la II Guerra Mundial, que rompen con la imagen de un Papa “silencioso” frente al holocausto.
Paralelamente, el escritor británico John Cornwell ha admitido errores en su polémica biografía “El Papa de Hitler”.
Lo hizo en declaraciones a The Economist. Cornwell reconoce ahora que “Pío XII tenía tan poca libertad de acción en la Roma bajo el talón de Mussolini y más tarde ocupada por los alemanes, que es imposible juzgar los motivos de su silencio”.
Eso sí, achaca su error de valoración a “pruebas” que han aparecido después de la publicación de su obra.
Ahora Cornwell tiene la posibilidad de leer otra de esas pruebas. El alemán Walter Brandmüller, presidente del Comité Pontificio de la Historia, asegura haber demostrado que “Pío XII salvó del holocausto a un tercio de los judíos eslovacos”.
Es la conclusión a la que llega con su estudio “El Holocausto en Eslovaquia y la Iglesia Católica” publicado por la editorial oficial del Vaticano, la “Casa Editrice Vaticana”.
La cifra concreta baila, pero la historiadora hebrea Anna Foa, experta en el Holocausto, calcula que se trata de unas 35 mil personas, un tercio del total.
El resto, unos 70 mil, fueron condenados a campos de exterminio, de los que sólo regresaron vivos 5 mil eslovacos.
Foa subraya que “se impidió que la situación llegase a aquel 90-95% que es el porcentaje polaco y de las zonas rusas sometidas al nazismo”.
Brandmüller ha tenido acceso exclusivo a los archivos de la Secretaría de Estado Vaticana y a las “Actas y Documentos de la Santa Sede relativos a la Segunda Guerra Mundial”.
Demuestra que la nunciatura consiguió detener la deportación durante casi 2 años, desde octubre del 42 a septiembre del 44, dentro de su batalla contra las leyes raciales y las deportaciones.
Según Brandmüller, “por encargo del Secretario de Estado, o sea, del Papa, los nuncios entregaron sus notas de protesta en los contactos con los responsables”.
Notas que a menudo contenían expresiones poco diplomáticas por parte del Vaticano, que aseguraba “deplorar la penosa situación”.
Además, Brandmüller añade que, como en otros países, “hubo monasterios que acogieron niños y familias hebreas”, poniendo en riesgo la vida de los religiosos.
Anna Foa atribuye sin duda el interés del Vaticano por Eslovaquia al hecho de que el presidente del gobierno fuera el sacerdote Josef Tiso.
“La Santa Sede temía que una política así pro-nazi no terminase por desacreditar a la Iglesia”, apunta Foa.
Como represalia simbólica, Pío XII retiró a Joseph Tiso, también arzobispo de Bratislava, el título de “monseñor” del anuario pontificio. En los últimos meses de la guerra los alemanes le apartaron del gobierno de Eslovaquia.
Retirado en Alemania, Tiso fue arrestado por las tropas aliadas y condenado a muerte en 1947.
¿Y no podía hacer algo más el Papa? Brandmüller cree que no y hace un paralelismo con la guerra en Irak y Juan Pablo II. “Ambos Papas tienen en común la falta de poder”, asegura. “¿Qué medios tenían para convencer a los poderosos?”.
Anna Foa, sin embargo, no oculta su decepción por el papel de los obispos eslovacos durante la guerra, “mucho menos valientes en sus afirmaciones y en las tomas de posición que la diplomacia pontificia”.
El libro revela también que el Vaticano se servía de la nunciatura en Madrid, además de las representaciones diplomáticas en Berlín, Berna, Washington, Londres y Estambul para conocer lo que sucedía en el Este y atender las peticiones de ayuda de las asociaciones hebreas.
El de Brandmüller es el segundo título que publica la librería Vaticana en lo que va de año, para responder las acusaciones de inmovilismo por parte del Papa Pío XII durante la II Guerra Mundial.
En julio editó dos volúmenes sobre la “Oficina de informaciones vaticana”, organismo que atendía las peticiones de información de familiares de combatientes.
Desde esta oficina se atendieron dos millones de casos, ya fuera para localizar prisioneros o para hacerles llegar paquetes.
Recientemente el escritor Vittorio Messori mostraba su sorpresa a LA GACETA por la campaña desatada contra Pío XII desde los años 60.
Messori recordaba que “cuando murió, todas las comunidades hebreas del mundo enviaron sus condolencias, el gobierno de Israel participó en los funerales en reconocimiento a lo que hizo por los judíos, y la comunidad hebrea americana, la más grande del mundo, participó del luto”.
“Tarde o temprano llegará la hora de la justicia y la verdad para este Papa”, concluye Messori.
Los plazos pueden abreviarse puesto que el Prefecto del Archivo Secreto Vaticano anunció que a inicios de 2006 se abrirán los archivos del pontificado de Pío XI, del que Pío XII fue Secretario de Estado.
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