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lunes, enero 16, 2006

VATICANO Y JUDÍOS. La comunidad judía de Roma invita a Benedicto XVI a visitar la sinagoga



En sus veintiséis años de pontificado, Juan Pablo II sólo visitó la sinagoga de Roma una vez. No es poco. Ningún Papa lo había hecho desde San Pedro.

El rabino de Roma invitó ayer a Benedicto XVI a repetir la azaña. Aunque el Papa no respondió, todo apunta a que no aceptará ya que el pasado mes de agosto visitó una, la de Colonia, y no parece que otra visita vaya a añadir algo nuevo.

En cualquier caso, la audiencia del Papa a la comunidad hebrea de Roma fue bastante relevante. Simbólica por ser el primer Papa alemán del post-holocausto. La comunidad judía de esta ciudad también sufrió la persecución nazi durante la II guerra mundial. Al menos mil judíos romanos fueron enviados al campo de concentración de Auschwitz.

La ocasión de la visita de ayer fue la jornada que celebra la Iglesia italiana dedicada a la profundización del diálogo entre hebreos y cristianos.

El rabino jefe de Roma, Riccardo di Segni, comenzó agradeciendo al Papa los “numerosos actos y declaraciones” que ya ponen de relieve su “sensibilidad en la denuncia del antisemitismo pasado y presente, en la condena del terrorismo fundamentalista, en la atención al Estado de Israel que para el pueblo hebreo es una referencia central y esencial”.

Por su parte, Benedicto XVI recordó, tras recitar un pasaje de la Biblia, que “el pueblo de Israel ha sido liberado diversas veces de las manos de los enemigos y, en los siglos del antisemitismo, o en los momentos dramáticos del holocausto, la mano del Omnipotente lo ha sostenido y guiado”.

“La Iglesia Católica está cerca de vosotros y es amiga vuestra”, rebatió Benedicto XVI. El Santo Padre recordó cómo “tras el Concilio Vaticano II se incrementaron la estima y la confianza recíprocas” y que a lo largo del pontificado de Juan Pablo II se “intensificaron los contactos, cada vez más fraternos y solidarios”.

El Papa les llamó “hermanos queridísimos y predilectos”, y se refirió a una “misión común” de los judíos con los cristianos: “cooperar al bien de todos los pueblos, en la justicia y la paz, en la verdad y la libertad, en la santidad y el amor”. “Podemos colaborar juntos para transmitir la antorcha del decálogo y de la esperanza a las generaciones jóvenes”, concretó.

“Teniendo en cuenta esta misión común, no podemos dejar de denunciar y combatir con decisión el odio y la incomprensión, las injusticias y violencias”, insistió. “En ese contexto, ¿cómo no sentir dolor y preocupación por el renovarse, de tanto en tanto, de las manifestaciones de antisemitismo?”, concluyó.

Por su parte, el rabino de Roma recordó varias veces en su discurso a Juan Pablo II de quien dijo que “ha contribuido más que nadie a la mejora de las relaciones entre cristianos y judíos”.
“En abril, se cumplirán veinte años de la visita histórica de su predecesor a la sinagoga de Roma; un evento único, pero nada impide que lo repita el nuevo Papa, que siempre será bienvenido”, recordaba di Segni.

El rabino citaba textualmente la negativa que dio al Vaticano a la invitación a Juan Pablo II de visitar la sinagoga para conmemorar su centenario. Era el año 2004 y el Vaticano recalcó que la visita del Papa era “un evento único” y como tal debía quedar.




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