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viernes, diciembre 30, 2005

VATICANO. RESUMEN DEL AÑO. Cuando murió Juan Pablo II


2005, de Juan Pablo II a Benedicto XVI

Han pasado ya más de ocho meses desde aquel 19 de octubre en el que la fumata blanca anunciaba la elección de un nuevo Papa. Benedicto XVI reconoció recientemente que la elección se produjo“con no poco asombro” por su parte.

En ocho meses, el nuevo Papa ha demostrado que el suyo será un pontificado de “continuidad activa y no mecánica” con el de Juan Pablo II. Y está cumpliendo su palabra.

Ocho meses de Papado tímido pero desafiante que van desde su grito “la Iglesia está viva” de la Misa de inicio de Pontificado, hasta el “despierta de la atrofia espiritual, hombre del tercer milenio” de la bendición Urbi et Orbi.

Desde el “sólo de Dios, proviene la verdadera revolución, el cambio decisivo del mundo” que gritó al millón de jóvenes en la Jornada Mundial de la Juventud de Colonia, hasta el “no es aburrido ser cristianos” de la fiesta de la Inmaculada.

Son los mensajes que ha repetido a los casi tres millones de peregrinos que han viajado a Roma para encontrarlo.

Pero 2005 será recordado como el año de la muerte de Juan Pablo II. Si recordamos cifras, unas tres millones de personas acudieron a la basílica de San Pedro para estar cerca del Papa polaco durante los seis días de velatorio.

Precisamente, en su encuentro con la curia romana para felicitarles las fiestas, el Papa recordó los últimos meses de Juan Pablo II, cuya muerte “ha señalado profundamente la vida de la Iglesia porque estuvo precedida de un largo camino de sufrimiento”.

“Con sus palabras y sus obras Juan Pablo II nos regaló cosas grandes; pero no menos importante es la lección que nos dio desde la cátedra del sufrimiento y el silencio”, reconoció Benedicto XVI.

A comienzos de 2005, en enero, Juan Pablo II recibió al primer grupo de obispos españoles en visita ad limina. Un encuentro en el que alertó del “desprecio de lo religioso en España”.
La noche del 1 de febrero, Juan Pablo II ingresó de urgencia en el hospital Gemelli. Desde aquel momento iniciaba la última estación del vía crucis de Wojtyla. Dos meses después, el 2 de abril, a las 21,37, murió.

Juan Pablo II fue llamado el Papa de la santidad evidente. Benedicto XVI anunció por sorpresa el 13 de mayo que concedía dispensa de los cinco años que deben pasar entre la muerte de una persona y la apertura de su proceso de beatificación. Ahora sólo falta el milagro que lleve definitivamente a Juan Pablo II a los altares.


Los ochos meses de Benedicto XVI


Continuidad con Juan Pablo II, pero al estilo Ratzinger. Benedicto XVI es el Papa tímido de lo esencial. Pocas veces improvisa porque sus discursos están estudiadísimos. Es el Papa de la batalla al relativismo en el que nada de lo que dice está de más.

El curso 2006 será el de su primera encíclica, de sus viajes a Estambul, Polonia, Alemania, España y, probablemente, Tierra Santa; de la renovación de la curia vaticana, de los documentos conjuntos con ortodoxos y luteranos y de sorpresas como el libro sobre Jesucristo que ha redactado en verano.

Pero 2005 ha sido el año en el que Benedicto XVI se ha dado a conocer. “La institución del Pontificado ha servido para conocer a fondo la personalidad del ex cardenal Ratzinger”, reconocía recientemente el portavoz del Vaticano, Joaquín Navarro-Valls.

Él mismo reconoció que con su nombre quiere emular a Benedicto XV, el Papa de la paz durante la Primera guerra mundial.

En primer lugar Benedicto XVI quiere poner paz entre los cristianos. Sea con los lefevrianos, con los que se reunió en agosto; sea con los ortodoxos, ya se ha visto con el patriarca de Constantinopla y no ha ido a Turquía por problemas políticos; sea con el “teólogo” crítico suspendido en 1979, Hans Kung.

Ha sido el año del viaje a Colonia, “prueba de fuego” del feeling con los jóvenes; o de la publicación del compendio del catecismo preparado por Ratzinger y “promulgado” por Benedicto XVI.

También el año del primer sínodo al que acude como Papa. Del 2 al 23 de octubre reunió a representantes de las conferencias episcopales de todos los países del mundo y de las demás confesiones cristianas para debatir acerca de la Eucaristía.

Ya ha prometido un documento que sintetice los propósitos de la reciente asamblea.
Aunque en la continuidad con el anterior pontificado, seguramente 2006 incluirá alguna sorpresa de Benedicto XVI.


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