VATICANO. SALUD. Benedicto XVI alerta de la crisis de valores como causa de enfermedades mentales
El Prozac espiritual
La idea de fondo es que en una sociedad en las que se viven los valores, la gente es más feliz. Lo dice el Papa en su mensaje para la jornada mundial del enfermo que la Iglesia católica celebra cada 11 de febrero.
El Papa se basa en las conclusiones de varios expertos para denunciar que “la crisis de valores morales está en el origen de muchas enfermedades mentales en países de alto desarrollo económico”.
Benedicto XVI aclara que esa falta de valores aumenta “el sentimiento de soledad de las personas, socava las formas tradicionales de cohesión social empezando por la familia, y provoca la marginación de los enfermos, sobre todo de los enfermos mentales, que a menudo se consideran como un peso para la familia y la comunidad”.
Pero el Papa vuelve también la mirada en su mensaje a quienes padecen una enfermedad mental en “las demás regiones de la tierra”.
“Los conflictos armados, las catástrofes naturales y el terrorismo, además de causar un número impresionante de muertes, generan en tantos supervivientes traumas psíquicos que no son fáciles de curar”, escribe.
Con este mensaje, el Vaticano se propone “concienciar a la opinión pública de los problemas relacionados con el malestar mental”.
La Santa Sede aprovecha para denunciar que “en muchos países no existe todavía legislación sobre salud mental y en otros falta una política concreta en este campo” a pesar de que estas enfermedades afectan a una de cada cinco personas.
El Santo Padre denuncia que “en muchas partes del mundo los servicios para ellos son carentes e insuficientes” y que “el contexto social no siempre acepta sus limitaciones y por eso es difícil conseguir los recursos humanos y financieros necesarios”.
El Papa sugiere “la integración del binomio sensibilidad nueva dela sociedad y terapia adecuada” para mejorar la calidad de vida de los enfermos.
Además, agradece su trabajo a quienes atienden a los enfermos mentales. Para ellos reclama tiempo suficiente para “actualizarse y formarse para poder salir al encuentro eficazmente de los enfermos y de las familias que no pueden, por sí solas, ocuparse adecuadamente de ellos”.
Benedicto XVI termina el mensaje prometiendo oraciones a todos los actores implicados y dirigiéndose directamente a los enfermos.
Les invita a unirse a Cristo para ofrecer sus sufrimientos “al Padre, seguros de que toda prueba aceptada con resignación es meritoria y extiende la benevolencia divina a la entera humanidad”.
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