La vida, la paz y el trabajo digno, entre las batallas políticas del Papa
Será otro político de Dios
Benedicto XVI está también dispuesto a ser un Papa político. Ayer no se mordió la lengua en su encuentro con los 174 embajadores ante el Vaticano, en su primer encuentro como Pontífice.
Todos, subrayó el Papa, "están llamados a realizar una sociedad pacífica, para vencer la tentación de choques entre culturas, etnias y mundos diferentes. Para ello, los pueblos deben servirse de los mejores valores del patrimonio cultural y espiritual que los caracterizan".
"Para proseguir en esta dirección”, explicó el Papa, “la Iglesia no cesa de proclamar y defender los derechos humanos fundamentales, desgraciadamente violados en diversas partes del mundo”.
A continuación el Pontífice recordó los derechos por los que seguirá luchando: “el derecho de todo ser humano a la vida, a la alimentación, a la vivienda, al trabajo, a la asistencia sanitaria, a la protección de la familia y a la promoción del desarrollo social, en el respeto de la dignidad del hombre y la mujer, creados a imagen de Dios".
"La Iglesia Católica seguirá ofreciendo su colaboración para salvaguardar la dignidad de cada ser humano y el servicio al bien común”, explicó. “No pide privilegio alguno para sí, sino únicamente las condiciones legítimas de libertad y de acción para su misión".
Incluyó un deseo en voz alta: que la Santa Sede tenga relaciones diplomáticas lo antes posible con gobiernos de países que vinieron a los funerales de Juan Pablo II pero que no han enviado todavía un embajador. "Quiero expresarles mi gratitud”, dijo el Papa, “y dirigir un saludo deferente a las autoridades civiles de esos países, formulando el deseo de verlos representados lo antes posible ante la Sede Apostólica”. El Papa se refería probablemente a China, Vietnam y Arabia Saudita.
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