¿Un cura dominico espía en el Vaticano?

¿Un espía en el Vaticano? No está claro... 


El Instituto Nacional de la Memoria de Varsovia, que custodia los archivos de los servicios secretos comunistas, provocó el miércoles una tormenta en el Vaticano.

Según el Instituto, quien lleva siendo jefe del centro de peregrinos polacos en el Vaticano desde 1984, pasó informaciones sobre Juan Pablo II a los servicios secretos de la Polonia comunista, el SB.

Se refiere al Padre dominico Konrad Stanislaw Hejmo, alias “Dominik” o “Hejnal”según el supuesto dossier. El "acusado" es muy conocido en Roma y Polonia. Desde 1979 organiza todas las peregrinaciones a Roma de los grupos polacos.

Tenía acceso directo al entorno del Papa, sobre todo a través del secretario del Pontífice, Stanislaw Dzwisiz, pero no ocupa ningún trabajo en el Vaticano. Era normal verlo en las audiencias generales de los miércoles o durante las convalecencias del Papa en el Gemelli, acompañando a peregrinos cerca de Juan Pablo II.

Canoso, sonriente y bonachón, muy cercano a los periodistas, era una de nuestras fuentes para conocer la salud del Papa durante sus últimas convalecencias en el policlínico Gemelli.

La noticia de su supuesta vinculación con los servicios secretos ha sido una sorpresa para todos, y especialmente para la comunidad polaca en Roma.

En cualquier caso, el dossier aclara que “Dominik” no era un espía sino un "contacto operativo", o sea, fuente importante de información que no está en la nómina de los servicios secretos polacos. Sin embargo, sí dice incluir los recibos que prueban que el religioso habría recibido dinero a cambio de sus informaciones.

Según la versión del Instituto, la misión del Padre Konrad era informar sobre la actividad habitual del Papa Wojtyla, buscar las confidencias de estrechos colaboradores del Pontífice, enviar los nombres de los polacos que se veían con el Papa, etc...

En cualquier caso, en la información que manejó sólo habría “secretos menores” ya que no ha trabajado directamente para el Vaticano. Durante la jornada de ayer se esperaba un comunicado del Vaticano que confirmase este extremo, pero la Sala de prensa guardó un discreto mutismo.

Quien sí habló fue el supuesto espía, al que todos daban por desaparecido. Apenas conoció la noticia el miércoles, el Padre Konrad se embarcó en un avión rumbo a Polonia, pero en el aeropuerto recibió una llamada de los superiores de su orden que le aconsejaron quedarse en Roma.

Ayer teóricamente se reunió con el arzobispo Dzwisiz, que fue secretario de Juan Pablo II, para explicarle su versión. Quienes le han visto, aseguran que está bastante afectado.
“Ingenuo y tonto, sí”, dijo de sí mismo ayer el Padre Konrad en declaraciones a la agencia polaca Pap. “Charlatán, también. Pero espía, no, de ninguna manera. Si he colaborado, ha sido involuntariamente”.

Konrad fue más tajante con la televisión polaca TVN24: “No he colaborado con los servicios secretos comunistas, pero a lo mejor me han instrumentalizado y han utilizado mi trabajo”.

El Padre Konrad llegó a Roma en 1979, enviado por el cardenal primado Wyszynski. La conferencia episcopal polaca le pedía que hiciera un resumen de prensa de las noticias de la actividad del Papa y el Vaticano.

Recuerda a un tal “Signor M”, polaco, “pero que vivía en Colonia. Vino recomendado por alguno”. El tal señor M. debía hacer un trabajo similar al del Padre Konrad.

“Decía que necesitaba informaciones que llevar a Alemania y copiaba mis informes –continúa el religioso-. Un año después, desapareció el alemán. Sólo ahora se me ocurre que podría ser un espía de la Stasi”.

El dossier ha provocado otras preguntas. ¿Por qué se ha hecho público ahora? ¿Sabe algo “Dominik” sobre el atentado de Ali Agca? Por sugerencia de Moscú, cuando Wojtyla fue elegido Papa, se organizó una sección de los servicios secretos dedicada sólo al Papa.

Quizá tantos misterios se resuelvan a finales de mayo, cuando se publicará el dossier completo sobre el espionaje polaco a Juan Pablo II.