VATICANO. BENEDICTO XVI. Especial viaje a Colonia
El Papa acaba de llegar a Colonia
El Papa está encantado en Colonia y quiere que se sepa. Nada mas subir al avión se acercó muy sonriente a la zona del avión donde viajábamos los periodistas. "Estoy conmovido y emocionado", reconoció. "Porque es la primera vez que vuelvo a mi tierra, y sobre todo por este encuentro con jóvenes de todo el mundo que se unen para buscar la verdad. Para mí es un regalo servir en este evento".
"El piloto quiere despegar, Santidad", interrumpió Navarro-Valls. "Vamos a hacer juntos esta peregrinación con los Reyes Magos para llegar a la justa meta de nuestra vida", se despidió el Papa.
Ese será el tono que Benedicto quiere dar a Colonia. Una autentica peregrinación.
El Papa bajó con energía las escaleras del avión. Tanta que un golpe de viento le robó el solideo blanco. Tenía ganas de llegar. Cuando pisó el suelo alemán algunos periodistas estaban todavía dentro del avión.
Benedicto rompe con una tradición, la de besar el suelo de la tierra que pisa. No hubo besos pero sí himnos nacionales y homenaje del ejército.
La seguridad, una de las protagonistas del viaje, provocó una discreta ceremonia de acogida en el aeropuerto. Sólo unos centenares de jóvenes acompañaron al presidente de la República y al canciller Schroeder en el primer saludo al Papa.
Pocos, pero muy contentos. Especialmente ruidosos, los italianos.
"Vuestro entusiasmo me ayudará a vivir mi misión y mi trabajo cuando vuelva a Roma", improvisó el Papa.
El Papa llegó a la imponente catedral en barco. Le acompañaba un grupo de jóvenes y le rodeaban otros cinco barcos que representaban, cada uno, un continente.
Se abrió paso entre dos ríos, uno de agua, el Rhin, y otro de banderas y colores de los 193 países de los que han venido casi medio millón de jóvenes.
Desde el barco el Papa B16, como lo llaman por SMS, saludó a todos "con inmensa alegría, especialmente a los que vienen de Oriente, como los Reyes Magos", una referencia velada a las pocas decenas de jóvenes que han llegado desde la China comunista. Agradeció su presencia a los no bautizados y a quienes "no os reconocéis en la Iglesia". "Haced aquí experiencia de la ternura de Dios con los hombres".
Un día largo para el Papa en el que afrontó muchos temas en sus tres discursos.
Las raíces cristianas de Europa ocupan un lugar privilegiado en sus palabras. De ellas dijo que constituyen "un patrimonio muy rico, hemos de estar a la altura".
B16, sin embargo, no quiere que la jornada se lea sólo en términos europeos. Los tres reyes magos, cuyas reliquias se veneran en Colonia ''abren a la universalidad de la Iglesia y del mundo".
Un discurso en continuidad con Juan Pablo II, a quien nombró en dos de sus tres intervenciones. "Él os ha querido", recordó a los jóvenes, "vosotros le habéis correspondido con entusiasmo; ahora todos juntos debemos llevar a la práctica sus enseñanzas".
La entrega de la vida a grandes ideales, la Eucaristía o el diálogo interreligioso prometen ser los otros grandes temas de estos días.
Un mensaje sin grandes titulares y de contenido espiritual que el Papa, reservándose para la vigilia del sábado, sintetizó así: "la felicidad que buscáis y que tenéis derecho a saborear tiene un nombre y un rostro: Jesús de Nazareth oculto en la Eucaristía".
No faltaron detalles biográficos. "¡Tantos recuerdos me unen a esta ciudad!". Benedicto visitó en la catedral la tumba del cardenal Joseph Frings que lo llevó como teólogo asesor al Concilio Vaticano II. Una misión que el Papa llamó "especial designio de la Providencia".
También, recordaba antes en el aeropuerto "por designio de la Providencia" aterrizaba en Colonia. Como si el Papa tedesco pidiera perdón al mundo por visitar Alemania antes de cualquier otro país.
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