Familia. El Papa no se calla.
El Papa sabe de familia
Parece que Benedicto XVI reserva sus discursos más importantes para su catedral, San Juan de Letrán. La primera vez que acudió anunció la dispensa para abrir inmediatamente la causa de canonización de Juan Pablo II. La segunda, explicó el modo en el que el Papa debe ejercer su poder –el discurso del ministerio del amor”-. El tercero, sobre el matrimonio y la familia: "no se juega con la vida".
A continuación, una traducción al vuelo.
El matrimonio y la familia no son construcciones sociológicas casuales, fruto de una situación histórica y económica. Tiene sus raíces dentro de la esencia del ser humano, y sólo encuentra respuesta a partir de aquí.
“También el cuerpo del hombre y de la mujer tienen un carácter teológico, no son sólo cuerpo. Lo biológico del hombre no es sólo biológico sino expresión y cumplimiento de nuestra humanidad. La sexualidad humana no está al lado de nuestro “ser personas” sino que pertenece a la persona. Sólo cuando está integrada en la persona, le da sentido”.
La libertad de dar un sí (definitivo) se revela como capacidad de asumir lo que es definitivo: la más grande expresión de la libertad no es la búsqueda del placer sin tomar nunca una verdadera decisión. Aparentemente esta apertura parece ser la realización de la libertad, pero no es cierto: la verdadera libertad es la capacidad de decidirse por un don definitivo, en el que la libertad, entregándose, se encuentra plenamente a sí misma.
"las diferentes formas actuales de disolución del matrimonio, así como las uniones libres y el "matrimonio de prueba", hasta el pseudo-matrimonio entre personas del mismo sexo, son sin embargo expresiones de una libertad anárquica, que se hace pasar por una verdadera liberación del ser humano. Una tal pseudo-libertad se funda en una concepción banal del cuerpo, que lleva inevitablemente aparejada una concepción trivial del ser humano. Su presupuesto es que el ser humano puede hacer de sí lo que quiera: su cuerpo se convierte en algo secundario, manipulable desde el punto de vista humano, que se puede usar como se quiera".
El menosprecio del amor humano, la supresión de la auténtica capacidad de amar son las armas más eficaces para expulsar a Dios del hombre.
También la voluntad de “liberar” a la naturaleza de Dios conduce a perder de vista la realidad de la naturaleza, también la naturaleza del hombre, reduciéndola a un conjunto de funciones de las que se dispone a por gusto para construir un presunto mundo mejor y una presunta humanidad más feliz.
La paternidad y la maternidad no se circunscriben a lo biológico.
Un obstáculo insidioso para la labor educativa es la masiva presencia en nuestra sociedad y nuestra cultura de un relativismo que no reconoce nada como definitivo y deja como última medida sólo el propio yo con sus apetitos; y bajo la apariencia de libertad se convierte en una prisión porque nos separa a los unos de los otros y deja a cada uno encerrado en el propio “yo”.
No sólo tenemos que superar el relativismo. También tenemos que contrastarlo con nuestra vida. Por eso es importante reafirmar la intangibilidad de la vida humana desde su concebimiento hasta la muerte natural; el valor único e insustituible de la familia basada en el matrimonio y la necesidad de medidas legislativas y administrativas que sostengan a las familias en su labor de generar y educar hijos, labor esencial para el futuro de todos.
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