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viernes, septiembre 16, 2005

Todos los hombres de Benedicto XVI




Son los hombres de Benedetto XVI. Su mano derecha y su mano izquierda.
Benedicto XVI se llevó a sus vacaciones de verano un piano y tres maletas de libros. Libros para estudiar y un piano para inspirarse: el Papa descansa “pensando”. En su equipaje de vuelta, incluirá su primera encíclica y la lista de nombres con la que renovará la Curia Vaticana.

Dicen que le ocupa más tiempo en Castelgandolfo es esta encíclica, que dará el tono del Pontificado. “No es ningún secreto”, confirmaba el cardenal Sergio Sebastiani. “El Papa necesita concentración, y en el Vaticano, con tantas visitas, no tiene la oportunidad de trabajar este documento”.

Una de las primeras decisiones del Papa apenas elegido fue confirmar en sus cargos a todos los presidentes de dicasterios "donec aliter provideatur", “hasta que no se disponga otra cosa”.
Ahora parece llegado el momento de “disponer otra cosa”. Ese será el segundo fruto de sus vacaciones.

En los últimos años, Juan Pablo II realizó pocos cambios y no aceptó casi ninguna renuncia de las que por ley deben presentar los cardenales cuando cumplen 75 años. Quería dejar las manos libres a su sucesor a la hora de decidir las nuevas nóminas.

Es uno de los factores por los que el entonces cardenal Ratzinger, o el Secretario de Estado Angelo Sodano, mantuvieran el cargo a pesar de tener 78 años.

Benedicto XVI ha movido pocas fichas. Sólo una importante, la del puesto que él dejó vacante. En mayo nombró al americano William Joseph Levada prefecto de la congregación de la Doctrina de la Fe. Tan sorprendente como acertado.

Al reestructurar la Curia, el Papa no puede evitar mirar primero hacia los cargos “semivacantes”, los de cardenales en edad de jubilación. Una previsión de la que no pocos discrepan. “Un Papa de 78 años no pensará que un cardenal que acaba de cumplir 75 necesariamente deba retirarse”, aventuraba un eclesiástico.

Por lo menos, ya ha confirmado como Secretario de Estado a Angelo Sodano, de 78 años.
Al menos otros 7 cardenales, cabeza de uno de los 23 dicasterios, están en esa situación. El cardenal Edmund Szoka, gobernador de la Ciudad del Vaticano, cumplirá 78 años en septiembre; el colombiano Darío Castrillón, de la Congregación del Clero, tiene 76; el cardenal japonés Fumio Hamao, de la Pastoral de migrantes, y el español Julián Herranz, encargado de la interpretación del Código de Derecho Canónico, tienen 75 años. La misma edad del sirio Ignace M. Daoud que también cumplirá pronto el exquisito prefecto del Consejo de la Cultura, el francés Paul Poupard.

En cualquier caso, sí que están despuntando algunas nuevas personas en el entorno de Benedicto XVI. El primero, su secretario personal Georg Gaenswein.

Gaenswein, canonista y teólogo alemán, le asiste desde hace dos años, cuando su anterior secretario Josef Clemens fue nombrado secretario del Pontificio Consejo de los Laicos. Discretísimo, nadie le ha arrancado una palabra desde que Benedicto XVI fue elegido Papa.
Este nuevo rostro del Vaticano era hasta hace poco profesor en la universidad Pontificia de la Santa Croce de Roma. Juega al tenis y esquía.

Su misión es ser ángel de la guarda del Papa y él la ejerce. Cuando Ratzinger era cardenal, no tenía reparo en proteger físicamente a su “padrón” de las envestidas de los micrófonos de periodistas que le acosaban con preguntas sobre la salud del Papa.

Monseñor Clemens es amigo del Papa. Es seguramente uno de los que le ha visitado en más ocasiones. Por su cargo, le toca organizar la Jornada Mundial de la Juventud de Colonia.

El alemán Walter Kasper era definido como el extremo opuesto de Ratzinger. Quizá el Papa también lo ve así porque lo considera un complemento perfecto: le ha confirmado ya en el encargo de sacar adelante el diálogo con las confesiones cristianas separadas de Roma.

Hace pocas semanas lo envió a Moscú para impulsar el diálogo con el difícil patriarca Alexio II. Una tarea compleja que da más frutos en el patriarcado de Constantinopla, Estambul, donde el Papa probablemente viajará a finales de noviembre.

Otro de sus colaboradores más próximos es el arzobispo Angelo Amato, su número dos durante los últimos años en la Congregación de la Doctrina de la Fe.

Por último, uno de los rostros del Pontificado Wojtyla, Joaquín Navarro-Valls, será también protagonista, al menos de los primeros años del Papa Benedicto. Navarro-Valls deseaba retirarse pero el Papa le ha pedido un último esfuerzo. Navarro-Valls es quizá el alto cargo vaticano para el que será más difícil encontrar relevo.

Su sustituto debe tener un perfil nada fácil: comunicador, o periodista, experto en Vaticano, que tenga los favores de la Santa Sede, y que esté dispuesto a acallar su visión personal para ser voz de la maraña vaticana y blanco de las críticas destinadas al Papa.



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