El Papa sale a su ventana por sorpresa
La de ayer fue sin duda una de las jornadas más conmovedoras del pontificado de Karol Wojtyla. La sala de prensa del Vaticano anunció que el Papa “seguiría” el ángelus desde su habitación y que había delegado en el número tres del Vaticano, el arzobispo argentino Leonardo Sandri, la lectura de su discurso y la bendición.
Iba a ser la primera vez desde que llegó Juan Pablo II al trono de Pedro que no veíamos al Papa en el ángelus del domingo. Sandri, desde la plaza de San Pedro, leyó un mensaje “de parte del Papa”. “Gracias por vuestro afecto. Os pido que sigáis acompañándome sobre todo con vuestra oración”, había escrito Juan Pablo II desde su habitación del Gemelli.
Cuando acabó de leer Sandri, se abrió un poco una de las persianas de la décima planta del policlínico Gemelli. Después se abrieron las cortinas. Era el apartamento del Papa. Allí esperaba el fotógrafo oficial del Vaticano. Era la confirmación de que Juan Pablo II llegaría inmediatamente.
Juan Pablo II estaba pálido y débil. Levantó un poco el brazo derecho, pero no consiguió dar la bendición. Después se llevó la mano a la garganta y señalaba que no podía hablar. Alguna tímida sonrisa y rostros emocionados de los que estaban con él.
Le acompañaban el secretario de Estado de la Santa Sede, el cardenal Angelo Sodano, y uno de sus secretarios personales.
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